¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurológica que se asocia a movimientos lentos, rigidez muscular, dificultades para andar, temblor y alteraciones en la coordinación de movimientos.
Existen múltiples enfermedades que producen estas alteraciones y que se denominan parkinsonismos secundarios.
La enfermedad de Parkinson propiamente dicha es la presentación de los síntomas neurológicos del parkinsonismo sin lograr establecer una causa que los produzca.
¿Cuál es la causa de la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson es muy frecuente. Afecta a 2 de cada 1000 personas, y se desarrolla más a partir de los 50 años, de igual forma en hombres y mujeres.
La enfermedad de Parkinson es un proceso neurológico crónico cuyas causas son:
- Alteración progresiva en la sustancia negra del mesencéfalo (ganglios basales y área extrapiramidal). Estas áreas son zonas nerviosas que controlan y coordinan los movimientos.
- Disminución de la dopamina cerebral. La dopamina es una sustancia neurotransmisora, que trasmite impulsos de unas células nerviosas a otras.
No se sabe por qué se producen estas alteraciones del cerebro.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson tiene unos síntomas muy característicos:
- Rigidez muscular.
- Temblor (puede ser de diferentes intensidades).
- Hipocinesia (falta de movimientos o enlentecimiento).
- Dificultades al andar (parece que se siguen a sí mismos).
- Mala estabilidad al estar parado (parece que pendulan).
- Al comenzar a andar tienen problemas (les cuesta empezar).
- Si un movimiento no se termina tiene dificultades para reiniciarlo, o terminarlo.
- Cara de pez o máscara, por falta de expresión de los músculos de la cara.
- Lentitud de movimientos.
- Acatisia (se dice de una falta de capacidad de estar sentado sin moverse).
- Movimiento de los dedos como si estuvieran contando dinero.
- Boca abierta, con dificultad para mantenerla cerrada.
- Voz de tono bajo, y monótona.
- Dificultad para escribir, para comer, o para movimientos finos.
- Deterioro intelectual (a veces).
- Estreñimiento.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad de Parkinson?
El parkinsonismo es la asociación de movimientos lentos con rigidez muscular o temblores o ambos.
Ante cualquier sospecha de que la persona tenga las alteraciones del parkinsonismo, se debe realizar una evaluación por un médico neurólogo especializado en trastornos del movimiento.
Esto se debe a que el diagnóstico es muy difícil y debe ser realizado por alguien que haya visto antes muchos casos de enfermedad de Parkinson.
Los criterios establecidos para diagnosticar la enfermedad de Parkinson son:
Bradicinesia (lentitud de todos los movimientos) asociada a uno o más de los siguientes síntomas:
- Rigidez muscular.
- Temblor de reposo de 4 a 6 Hz (4 a 6 movimientos por segundo).
- Inestabilidad de la postura (que no sea producida por otras enfermedades como alteraciones de los ojos, los oídos o el cerebelo).
Algo muy importante es descartar todas las posibles causas de parkinsonismo secundario u otros tipos de temblores.
Cuando la persona mejora mucho con la administración de medicamentos dopaminérgicos como la levodopa y la apomorfina, también se corrobora el diagnóstico.
Si el neurólogo lo considera necesario, en especial en casos dudosos, se pueden solicitar exámenes muy especializados como:
- Estudio del déficit olfatorio.
- Gammagrafía cardiaca con I-MIBG (demuestra la pérdida de algunos de los nervios del sistema nervioso simpático en el corazón).
- Estudios con neuroimagen funcional de la vía dopaminérgica presináptica con PET (tomografía de emisión de positrones) o SPECT (tomografía computarizada por emisión de fotón único).
La resonancia magnética nuclear (RMN) se utiliza casi siempre para descartar otras causas de parkinsonismo.
Otro examen que se puede utilizar para diferenciar la enfermedad de Parkinson de otras es la neuronosonografía de parénquima cerebral que es un examen ecográfico que debe ser realizado por un experto.
Si la persona es muy joven o hay más de un caso en la familia, podría ser necesario realizar pruebas genéticas.
Algunas de las enfermedades que producen parkinsonismo y se pueden confundir fácilmente con la enfermedad de Parkinson son:
- Parkinsonismo por medicamentos: principalmente fenotiazinas y antipsicóticos atípicos entre muchos otros.
- Parkinsonismo por tóxicos: manganeso, monóxido de carbono, cianuro, disolventes, pesticidas y muchos más.
- Encefalitis.
- Traumas repetidos en la cabeza (como ocurre en el boxeo, por ejemplo).
- Alteraciones de los vasos sanguíneos.
- Hidrocefalia.
- Tumores o hematomas en el cráneo.
- Enfermedades metabólicas como la enfermedad de Wilson, enfermedades de la glándula paratiroides, falta de oxígeno en el cerebro (hipoxia), alteraciones del ácido fólico, etc.
- Enfermedades por priones como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y el síndrome de Gerstmann-Sträussler-Scheinker.
- Enfermedades neurodegenerativas como:
- Enfermedad de Alzheimer.
- Parkinsonismos plus o atípicos: son enfermedades en las cuales se acumula cierto tipo de proteína en el cerebro y son la degeneración corticobasal, la parálisis supranuclear progresiva, y la atrofia multisistémica.
- Demencia por cuerpos de Lewy.
- Enfermedad de Huntington (variante de Westphal).
- Enfermedad de Hallervorden-Spatz
- Demencia frontotemporal con parkinsonismo
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
El tratamiento médico de la enfermedad de Parkinson se realiza para controlar los síntomas, supliendo la alteración de la dopamina.
Los medicamentos utilizados en la enfermedad de Parkinson son:
- Levodopa: es el fármaco más eficaz.
- Agonistas dopaminérgicos: pramipexol, ropinirol, rotigotina.
- Inhibidores de la monoaminooxidasa B: selegilina, rasagilina.
- Inhibidores de la catecol-o-metiltransferasa: tolcapona, entacapona. Se usan para inhibir una enzima y mejorar la cantidad de levodopa disponible en la sangre evitando sobredosis y mejorando su acción sobre los movimientos anormales.
- Amantadina.
- Safinamida.
- Apomorfina: también es un agonista dopaminérgico, pero solo se usa en infusión continua en casos complicados y como prueba diagnóstica de la enfermedad de Parkinson.
Además de los fármacos, se utilizan otras terapias desde el principio de la enfermedad:
- Educación y valoración psicológica.
- Fisioterapia y ejercicio físico.
- Terapia ocupacional.
- Recomendaciones nutricionales.
Es importante tener controles periódicos con el especialista para detectar y tratar a tiempo cualquier empeoramiento de los movimientos anormales.
Deben tratarse también otros problemas médicos generales por lo que debe existir una buena relación con el médico de cabecera.
Estos problemas son principalmente los trastornos del sueño, los trastornos del estado de ánimo (apatía, depresión, ansiedad), las conductas impulsivas (limpiar todo, vagar sin rumbo, acumular objetos, etc.), las alucinaciones y otros cambios del pensamiento (psicosis).
Otras alteraciones de salud que pueden requerir intervención son los llamados síntomas disautonómicos como la sialorrea (babeo), la hipotensión ortostática (mareo al ponerse de pie), la disfunción de la vejiga, la disfunción sexual, el estreñimiento y la hiperhidrosis (exceso de sudor).
La fatiga, el dolor y la demencia secundaria también requieren apoyo terapéutico.
En cada caso el tratamiento farmacológico será individualizado, según las características del paciente y los síntomas predominantes en cada caso.
Si el caso es muy intenso y no mejora con tratamiento se puede optar por las llamadas terapias de segunda línea. Esta posibilidad debe de ser consultada con su especialista.
Entre estas terapias se incluyen la infusión permanente de ciertos medicamentos que se puede realizar de manera subcutánea o enteral (directamente en la vía digestiva) y el tratamiento quirúrgico llamado estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico o del globo pálido interno.
¿Cuál es el pronóstico de la enfermedad?
El Parkinson no tratado es incapacitante y lleva a una muerte prematura. Los pacientes tratados mejoran claramente de los síntomas.
La variabilidad de respuesta a los tratamientos es diversa y por ello el pronóstico de cada caso dependerá de la tolerancia a los tratamientos y su eficacia en cada caso.
Los problemas del tratamiento son:
- Movimientos involuntarios.
- Nauseas o vómitos.
- Sequedad de mucosas.
- Cambios en comportamiento.
- Desorientación o confusión mental.
- Alucinaciones.
- Perdida de funciones mentales.
Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
Revisor clínico