Pregunta
A mi esposa le han diagnosticado herpes simple vaginal. Por primera vez tiene los síntomas típicos, según su ginecólogo, de esta enfermedad. Su ginecólogo también dice que no se sabe como pudo haber contraído el virus.
Yo no presento ni he presentado nunca síntomas de herpes ni vaginal ni en ninguna otra parte del cuerpo.
Mis preguntas son: ¿Como se transmite este virus? ¿Es posible que yo porte el virus y no tenga síntomas?
He leído que el virus se instala en el área de contacto directo y que debe existir una lesión para que esto pase ¿Es posible que se transmita de alguna otra manera?
¿Es posible que el virus entre, por ejemplo, por la boca, y que luego se instale en los genitales?
Si la persona es asintomática y no sabe que tiene herpes, ¿Existe alguna prueba que determine si la persona esta infectada? ¿Hay alguna cura efectiva contra el virus?
Respuesta
Su consulta no tiene una respuesta fácil ni definitiva, ya que la infección por el virus del herpes simple presenta algunas particularidades que hacen que no esté claro del todo cuando se ha contraído.
Existen dos tipos de virus herpes simple: el tipo 1 y el tipo 2. Ambos producen problemas cutáneos muy semejantes pero en diferentes zonas del cuerpo. Para comprender su importancia le diremos que el herpes es el virus con mayor probabilidad de contagio de nuestra sociedad, ya que hasta el 85 % de la población mayor de 18 años ha tenido contacto con el virus del herpes tipo 1 (VHS tipo 1), causante de las lesiones típicas en los labios, y un 40 % ha tenido contacto con el tipo 2, responsable de la mayor parte de las lesiones genitales.
Pero, el problema es que esto no es así del todo. En los últimos años, y coincidiendo con un cambio en las prácticas sexuales, especialmente en las relaciones oro-genitales, están apareciendo lesiones genitales originadas por el tipo 1 en vez de por el 2 (aunque las lesiones que producen son indistinguibles clínicamente).
La infección por el herpes genital se produce en la mayoría de los casos por contacto sexual, generalmente en las dos semanas siguientes al contacto, pero también existen otras vías de contagio, como puede ser la autoinoculación por lesiones de la boca del propio paciente. En otros casos (muy improbables), puede pasar que aunque las lesiones en la primoinfección suelen ser aparentes y dolorosas, en algunos casos apenas producen síntomas y aparece una recidiva años después, que podría ser el caso que nos ocupa.
De la misma forma se puede sufrir la primoinfección en la infancia, sin contacto sexual por supuesto, y solo aparecer como recidiva durante la vida adulta.
Por lo tanto, aunque muchos pacientes son conscientes de su primer contacto con la enfermedad, hay un grupo numeroso en los que no es posible saber el origen del contagio: si es sexual reciente o pasado, por autoinoculación, o incluso si usted lo sufre inadvertidamente y se lo ha contagiado a su pareja.
La investigación sugiere que el virus puede transmitirse a la pareja incluso cuando la enfermedad parece ausente clínicamente, de modo que una pareja sexual sin lesiones aparentes puede transmitir la enfermedad. Por ello una diseminación asintomática puede contribuir realmente más a la diseminación del herpes genital que la misma enfermedad activa.
La prevención es muy difícil desde el momento que el virus puede esparcirse a otros incluso cuando la persona infectada no tiene evidencia de un brote actual.
Respecto al espectro clínico, la infección suele cursar en forma de aparición de pequeñas vesículas agrupadas que rápidamente se ulceran, y que suelen ser muy dolorosas. En el varón es frecuente que se localicen en el glande, el prepucio o en el cuerpo del pene. En la mujer en sus labios vaginales o incluso en el periné. En algunos casos, la primoinfección se acompaña de malestar general y fiebre.
A diferencia de las infecciones producidas por la mayoría de los virus, una vez que se curan las lesiones, los virus del herpes no desaparecen del cuerpo, sino que se quedan en los ganglios nerviosos cercanos a la zona afectada. Las recurrencias aparecen cuando el virus se reactiva y viaja a través de las fibras nerviosas hasta la piel o mucosas donde se reproduce en las células de la piel y desencadena las lesiones a ese nivel. Algunos factores que favorecen estas recurrencias son: estrés físico o psíquico, fiebre, enfermedades infecciosas, estados de agotamiento, otras lesiones locales y, en otras ocasiones, por causas desconocidas.
Tras la primoinfección por el virus herpes el paciente desarrolla anticuerpos frente al virus, a pesar de lo cual puede experimentar episodios recurrentes de infección genital (se calcula que el 50% desarrollan herpes genital recurrente). En las infecciones recurrentes, tanto la intensidad y duración de los síntomas como el tiempo de eliminación del virus a través de las lesiones es menor que en la primoinfección.
El problema es que el diagnóstico es complicado si no hay lesiones activas, y aún así también, ya que los cultivos de virus son difíciles y pueden resultar negativos a pesar de estar el virus en la lesión.
Por tanto, el diagnóstico comienza por una correcta identificación visual de las lesiones por el médico. Al ser típicas es difícil equivocarse, pero puede suceder siendo otra potencial fuente de error.
La confirmar se intenta con el citodiagnóstico de Tzanck que permite demostrar los cambios citopáticos en las lesiones. También puede aislarse el virus del líquido de las vesículas mediante cultivos. Hay otras técnicas más recientes de diagnóstico como la hibridación del ADN y la PCR.
En el caso de la pareja asintomática, se puede intentar ver los niveles de anticuerpos que existen en sangre para ver si ha tenido infección previa por el virus, pero los resultados no son seguros al 100 %.
Aunque existen tratamientos efectivos para esta enfermedad, actualmente no existe una vacuna ni otro tipo de tratamiento que elimine los virus definitivamente del organismo de las personas infectadas.
Las medidas fundamentales de control son la utilización de preservativo cuando las lesiones están activas, ya que es un periodo de máxima infectosidad. Hay autores que recomiendan usarlo siempre, ya que como hemos comentado, a veces el contagio puede ser sin lesiones visibles.
Cuando la lesión aparece, debe usarse precozmente un tratamiento antiviral, y si las recurrencias son muy frecuentes o muy sintomáticas se puede plantear tratamiento a largo plazo.
Dr. José Antonio Zumalacárregui
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
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