Pregunta
Durante los ultimos años, siempre en los análisis rutinarios clínicos me han salido las transaminasas un poco elevadas, como en este último:
- GOT - 47
- GPT - 66
- GAMMA GT - 96 (esta no me acuerdo en los análisis anteriores como estaba el valor).
El resto de valores, bilirrubina, fosfata alcalina, albúmina, etc... están en valores correctos. Los médicos de cabecera que me han tratado siempre me han dicho que no me preocupe. Mi peso es de 105 Kg y mido 1,90. Mi edad es de 40 años, no soy bebedor y antes de hacerme estos análisis clínicos estuve tomando varios tipos de medicamentos para tratar una sinusitis crónica (paracetamol, ibuprofeno y antibióticos).
Despues de leer un sin número de opiniones en Internet estoy un poco asustado. Hasta ahora despues de años no le había dado importancia. Mi dieta no contiene practicamente grasas. A los 13 años tuve hepatitis tipo A. Espero me puedan ayudar con sus comentarios, pero debo indicarles que soy un poco hipocondríaco.
Respuesta
La elevación de transaminasas y la GGT son características de las enfermedades del hígado, sin embargo, las elevaciones aisladas de las transaminasas, en rangos cercanos a la normalidad y con el resto de parámetros bioquímicos hepáticos normales (como es su caso), es uno de los caballos de batalla de la medicina actual.
Con los reconocimientos de empresa o de salud, aparecen muchos pacientes que estando totalmente asintomáticos se les detecta en un análisis rutinario esta elevación y consultan con su médico. Incluso entre los profesionales médicos hay cierta discrepancia sobre que actitud tomar.
La alaninoaminotransferasa (ALT ó GPT) y la aspartatoaminotransferasa (AST ó GOT) son enzimas que se encuentran en las células hepáticas (hepatocitos), y que al destruirse estas células se liberan a la sangre, apareciendo en las determinaciones analíticas. La GOT puede aparecer también en situaciones en las que se produzca una lesión muscular, porque también están presentes en el músculo.
Aunque son marcadores sensibles de lesión hepática, no siempre se correlacionan claramente con ésta, ya que sus niveles en sangre no se corresponden siempre con el nivel de lesión hepática. Además, pueden variar de un laboratorio a otro y también dependiendo de la raza, peso, e índice de masa corporal, es decir con características individuales de cada persona.
Por tanto, no existe una correlación directa entre transaminasas elevadas y grado de lesión hepática, y su elevación no tiene un valor impredecible, ya que un mismo valor puede corresponder a una variación de la normalidad o ser la primera evidencia de una enfermedad más grave. En muchos casos es un hallazgo que no guarda más que una relación con la toma de un medicamento (analgésicos, u otros) que producen transitoriamente este problema.
Por otra parte, hay casos en los que en el estudio que se realice a nivel de su hallazgo no aparecerá nada anormal, siguen elevadas una temporada y luego vuelven a la normalidad. Sin embargo en algunos casos pueden indicar que hay algo más, por ejemplo una hepatitis crónica, por lo que una elevación de las mismas requiere, cuando menos, una evaluación por su médico de cabecera.
Si en un análisis aparece de forma aislada una elevación de las transaminasas, siendo el resto de parámetros normales, y esta elevación es mínima, se debe revisar si el paciente toma medicamentos, aunque se crea que son intrascendentes (para el dolor de cabeza, para otros dolores, etc…). Si todo está en orden se puede esperar un tiempo y repetir los análisis para ver si se han normalizado.
La lista de enfermedades hepáticas que cursan con elevación de las transaminasas es muy larga, e incluso las cifras levemente aumentadas de forma mantenida pueden ser indicativas de una amplia variedad de enfermedades.
Las más comunes son:
- Ingesta excesiva de bebidas alcohólicas (en estos casos es común la elevación importante de la GGT).
- Secundaria a ingesta de medicamentos.
- Infecciones víricas, especialmente hepatitis B o C crónicas. Algunas infecciones víricas leves pueden causar elevación transitoria de las transaminasas (por ejemplo en la mononucleosis infecciosa, citomegalovirus...)
- Hemocromatosis (enfermedad hepática por sobrecarga de hierro que se deposita en el mismo).
- Otras enfermedades hepáticas más infrecuentes: Enfermedad de Wilson, hepatitis autoinmune, déficit de alfa-1-antitripsina... y otras que cursan además con alteración de otros parámetros analíticos hepáticos como el aumento de fosfatasa alcalina, de la bilirrubina... como en la cirrosis biliar primaria, la colangitis esclerosante, enfermedades de la vía biliar como piedras en la vesícula...
- Enfermedades sistémicas como las tiroideas..
También las que usted haya padecido previamente, si le han transfundido sangre, si alguna vez se ha pinchado con alguna jeringuilla, contactos con enfermos que sufran de hepatitis, consumo de fármacos y tóxicos, sobre todo alcohol, viajes a países en vías de desarrollo, consumo de alimentos o agua sin condiciones higiénicas, prácticas sexuales de riesgo, existencia de obesidad, etc.
Además se interrogará sobre los síntomas que pueda presentar: fiebre, dolor abdominal, cansancio, apetito y peso, picor, cambios en el color de la orina y las heces, color de sus ojos, etc.
Además se explorará buscando aumento del tamaño del hígado, del bazo, de ganglios, color de las mucosas y piel, y signos físicos de posibles enfermedades que puedan afectar al hígado. Si se cree necesario se suelen repetir los análisis para ver si se repiten estas cifras. Se suele esperar unas 6 a 8 semanas para hacerlo, y si se confirma (como es su caso) se deben ampliarlos con otras pruebas de función hepática para valorar más detenidamente el cuadro, acompañados de la investigación de posibles hepatitis víricas (serologías de virus para ver si se han pasado estas enfermedades), enfermedades por depósito de hierro o cobre, o enfermedades de otros orígenes que puedan cursar con aumento de transaminasas (por ej. enfermedades musculares, del tiroides...).
Normalmente no es necesario realizar radiografías, pero puede pedirse de rutina. Suele ser necesario pedir una ecografía abdominal, que nos informará de la morfología del hígado y de su vía biliar, así como de su vascularización, y también nos dará información sobre los órganos adyacentes. No suele ser necesario realizar TAC ni RMN (resonancia magnética) en esta fase.
Con esta información se pueden tomar decisiones y ver si es necesario profundizar en el estudio o esperar a ver la evolución analítica de esas transaminasas.
Dr. José Antonio Zumalacárregui
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
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