¿Qué es el cáncer de vesícula biliar?
El cáncer de la vesícula biliar es el cáncer que afecta a dicho órgano con forma de pera situado debajo del hígado.
La bilis procedente del hígado fluye hacia la vesícula biliar a través del conducto cístico. En los periodos entre comidas la vesícula biliar almacena una gran cantidad de bilis. Para hacer esto, debe absorber gran parte del agua y los electrolitos presentes en la bilis. Después de una comida, las paredes musculares de la vesícula se contraen para que la bilis llegue al intestino delgado a través del conducto cístico, donde la bilis puede ayudar a digerir los alimentos.
¿Qué incidencia tiene?
Es el quinto cáncer más común del tracto gastrointestinal aunque se estima que sólo el 1% de las muertes por cáncer se debe a este tipo.
Es un cáncer más frecuente en mujeres que en hombres con una incidencia de 2 a 1. Ocurre mayormente en personas mayores con una media de unos 73 años.
Los casos en Latinoamérica y Asia son más elevados que en otras regiones.
¿Por qué se produce?
El principal factor de riesgo para la aparición del cáncer de vesícula es la presencia de cálculos biliares. Entre el 75% y 90% de los pacientes con cáncer de vesícula biliar también tienen cálculos biliares.
Los cálculos biliares de mayor tamaño están asociados con una mayor probabilidad de desarrollar cáncer de vesícula. La inflamación crónica de la vesícula debido a una infección también incrementa el riesgo de padecer este tipo de cáncer.
¿Qué síntomas pueden aparecer?
Desafortunadamente, a veces el cáncer de vesícula biliar no produce síntomas hasta el final de la enfermedad.
Cuando los síntomas son evidentes, el más común es el dolor en la parte superior derecha del abdomen, debajo de la caja torácica.
Los pacientes con cáncer de vesícula biliar también pueden presentar síntomas como:
- Náuseas
- Vómitos
- Debilidad
- Ictericia
- Picor en la piel
- Fiebre
- Escalofríos
- Falta de apetito
- Pérdida de peso
¿Cómo se puede diagnosticar?
El cáncer de vesícula biliar a menudo se diagnostica erróneamente porque se puede confundir con otras afecciones más comunes, como cálculos biliares, colecistitis y pancreatitis.
Para el diagnóstico del cáncer de vesícula se puede usar:
- Ecografía: Puede detectar la presencia de cáncer de vesícula y mostrar hasta qué punto se ha propagado el cáncer.
- Tomografía computerizada: Es útil para confirmar la presencia de una masa anormal y observar el tamaño y la extensión del tumor
- Colangiografía, generalmente realizada para evaluar a un paciente con ictericia, también puede detectar el cáncer de vesícula biliar.
No existen pruebas de laboratorio específicas que diagnostiquen el cáncer de vesícula. Sin embargo, el tumor puede obstruir el flujo normal de bilis desde el hígado hasta el intestino delgado haciendo que la bilirrubina, un componente de la bilis, se acumule dentro del hígado y aparezca aumentada en el torrente sanguíneo. Esto se puede detectar en un análisis de sangre con el aumento de la bilirrubina pero también puede manifestarse físicamente como ictericia.
Los niveles elevados de bilirrubina en sangre y la ictericia también pueden deberse a otras enfermedades como la existencia de cálculos biliares.
¿Qué tratamiento es el más adecuado?
La clasificación del cáncer de vesícula biliar está determinada por la extensión del cáncer. La efectividad del tratamiento depende de la etapa en la que se encuentre el tumor.
Existen cuatro etapas o estados en esta enfermedad:
- Estado I: El cáncer se limita a la pared de la vesícula biliar. Aproximadamente el 25% de los cánceres se encuentran en esta etapa en el momento del diagnóstico.
Los cánceres en la etapa I pueden curarse mediante la simple extracción de la vesícula biliar. La mayoría de los pacientes tienen buenas tasas de supervivencia.
Los cánceres en estadio I tardío, que involucran las capas musculares externas de la pared de la vesícula biliar, generalmente se tratan de la misma manera que los cánceres en estado II o III - Estado II: El cáncer ha penetrado todo el grosor de la pared, pero no se ha propagado a los ganglios linfáticos cercanos ni ha invadido los órganos adyacentes.
La extracción de la vesícula biliar no es suficiente para este estado.
El cirujano también extirpa los ganglios linfáticos cercanos, así como una porción del hígado adyacente (cirugía radical). Las tasas de supervivencia para estos pacientes son considerablemente peores que para aquellos con la enfermedad en estado I. - Estado III: El cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos cercanos o ha invadido el hígado, el estómago, el colon, el intestino delgado o el intestino grueso. El tratamiento es muy similar al de estado II.
- Estado IV: El cáncer ha invadido muy profundamente dos o más órganos adyacentes o se ha diseminado a los ganglios linfáticos u órganos distantes a través de metástasis.
Los pacientes con la enfermedad en estado IV temprano pueden ser tratados con cirugía radical. El cáncer en estado IV tardío se ha extendido demasiado para permitir la escisión completa y la cirugía no es una opción para estos pacientes.
En ocasiones se trata los efectos secundarios del tumor como la ictericia o el bloqueo del paso de la bilis del hígado al intestino mediante cirugía, colocando un stent biliar para reestablecer el flujo de la bilis.
La quimioterapia o la radioterapia pueden tener efecto positivo en algunos pacientes.
Fernando Martínez Sáez
Redactor y divulgador de temas científicos, médicos y sanitarios. Miembro de la Asociación Nacional de Informadores de Salud.
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