¿Qué es la diarrea?
La diarrea es un incremento en la frecuencia de defecación o un cambio en la consistencia de las heces con un mayor contenido líquido.
De forma práctica, se considera que existe diarrea cuando hay una evacuación de heces blandas, líquidas o acuosas tres o más veces en el mismo día.
La diarrea, al igual que el estreñimiento, no es una enfermedad en sí, sino un síntoma de un trastorno cuya gravedad depende de la causa que lo origine.
La diarrea es muy frecuente. Casi todas las personas tienen por lo menos un episodio de diarrea aguda al año.
¿Cuáles son los síntomas de la diarrea?
La diarrea se caracteriza por la evacuación frecuente de heces acuosas, sin formar, lo que provoca una escasa absorción de agua y elementos nutrientes.
Puede ir o no acompañada de dolor, debilidad, náuseas, vómitos, espasmos abdominales (retortijones), fiebre o pérdida de apetito.
Los síntomas asociados a la diarrea que más se deben tener en cuenta para considerar que se trata de una urgencia médica con posible riesgo para la vida, principalmente en niños, ancianos y personas debilitadas son:
- Deshidratación
- Sangre en las heces
- Fiebre mayor de 38°C
- Vómitos persistentes o imposibilidad de ingerir bebidas y alimentos
- Cambios en el estado de conciencia: confusión o pérdida del conocimiento
¿Qué tipos existen?
Dependiendo del tiempo de duración de los síntomas los tipos de diarrea son:
- Diarrea aguda: De aparición repentina, suele durar uno o dos días, lo mismo con tratamiento que sin él. El tiempo máximo para considerar que se trata de una diarrea aguda es de dos semanas.
- Diarrea persistente: Duración de dos a cuatro semanas.
- Diarrea crónica: Duración de cuatro semanas o más. Es importante diferenciarla de la incontinencia fecal (falta de control en la salida de las heces) y de la pseudodiarrea (sensación de urgencia para defecar a veces con tenesmo o sensación de que la evacuación es incompleta).
¿Cuáles son las causas?
Como la diarrea es un síntoma y no una enfermedad, puede acompañar a muchos trastornos.
La diarrea aguda se debe por lo general a:
- Infecciones por bacterias, virus, parásitos y hongos. Algunos casos especiales son, por ejemplo:
- Diarrea del viajero.
- Intoxicación alimentaria.
- Diarreas en niños adquiridas en la guardería o la escuela y transmitidas a sus familiares.
- Diarreas en personas recluidas en asilos y hospitales.
- Diarreas en personas con inmunodeficiencias (defensas naturales bajas).
- Efectos secundarios de medicamentos: antibióticos, antihipertensivos, antiarrítmicos. laxantes, entre otros.
- Colitis.
- Diverticulitis.
- Intoxicaciones: por ejemplo, por insecticidas, arsénico y algunos hongos como la amonita.
- Alergia a algún alimento.
La diarrea crónica tiene causas diferentes y es poco frecuente que sea por infecciones.
Hay cuatro tipos de diarrea crónica con múltiples causas:
- Diarrea por malabsorción (osmótica): por ejemplo, la intolerancia al gluten.
- Diarrea secretora: por enfermedades que aumentan la salida de líquido hacia el intestino.
- Diarrea por daño de la pared intestinal (inflamatoria).
- Diarrea por alteración de la motilidad (movimientos aumentados en el intestino).
En muchas personas, la diarrea es un trastorno transitorio producido por un cambio de dieta (por ejemplo, ingesta de excesiva fibra o de sustancia sustitutivas del azúcar que son osmóticamente activas y arrastran agua) o por un periodo de estrés psicofísico.
Si la diarrea se debe a un trastorno fisiológico se puede corregir en gran medida y hasta evitarse con una alimentación correcta.
Finalmente, una diarrea persistente, o una alternancia entre diarrea y estreñimiento, debe obligarnos a descartar un cáncer de colon en un paciente de edad avanzada.
¿Qué estudios diagnósticos se pueden practicar?
Para el estudio es necesario realizar una historia clínica completa que contemple si se ha viajado recientemente (riesgo mayor de contraer enfermedades infecciosas en la llamada diarrea del viajero), si se toma algún medicamento, que antecedentes médicos existen, si hay otros síntomas, etc.
Posteriormente, hay que explorar al paciente y realizar un estudio básico de sangre y análisis de las heces.
Según esos resultados se obrará en consecuencia.
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
El manejo de la diarrea en el hogar consiste en las tres reglas siguientes (el ABC de las diarreas):
- Alimentación continua
- Bebidas abundantes
- Consulta oportuna
- Alimentación continua
La alimentación continua consiste en:- No interrumpir la alimentación habitual.
- Comer con mayor frecuencia para compensar la pérdida de apetito.
- Agregar una o dos cucharaditas de aceite vegetal a los alimentos para proporcionar energía.
- No introducir nuevos alimentos mientras persista la diarrea, sólo evitar los muy concentrados o azucarados y los muy condimentados.
Alimentarse también favorece la hidratación al compensar la pérdida por la diarrea. - Bebidas abundantes
Para evitar la deshidratación, son efectivos los líquidos basados en alimentos, como el arroz, las sopas de zanahoria, de lenteja o de patata, los caldos o consomés desgrasados, los jugos de frutas frescas, el agua de coco verde, y las infusiones suaves, todo ellos de uso común en el hogar.
Si hay diarrea líquida abundante se debe ofrecer soluciones comerciales de rehidratación que pueden venir en polvo para diluir en agua o ya preparadas.
Si no hay disponibilidad de las sales de rehidratación oral comerciales, una forma de fácil preparación de un suero oral casero sería: un litro de agua limpia a la que se agrega una cucharadita rasa de sal de mesa y cuatro cucharaditas rasas de azúcar de mesa.
Se ofrece al paciente de media a una taza, o todo lo que acepte después de cada evacuación diarreica, a cucharaditas o a sorbos para que no vomite; si vomita, se le dará más lentamente hasta que deje de vomitar.
SIEMPRE se deben evitar los líquidos con exceso de azúcar y bajos en sodio como las bebidas para deportistas, bebidas gaseosas u otras bebidas comerciales similares, ya que empeoran la pérdida de líquidos.
Incluso el agua simple, complementada con alimentos, puede ser útil mientras se consiguen otros líquidos.
En adultos, se deben de retirar "absolutamente" los lácteos (leche, queso, yogurt) por lo menos en el episodio agudo (primeros cinco días) y, según la tolerancia de la persona, hasta por 15 días.
En los niños no se debe suspender la lactancia materna y se debe continuar con la alimentación habitual a no ser que se detecte que alguna comida sea la causa de la diarrea. - Consulta oportuna
La consulta oportuna es la atención médica que se solicita en cuanto se observa alguna señal de peligro, como numerosas heces líquidas, muy poca ingesta de líquidos y alimentos, vómitos frecuentes, fiebre elevada persistente o sangre en las evacuaciones.
El tratamiento con suero oral no para la diarrea, pero ayuda a disminuir los vómitos y a mantener hidratado al paciente, con lo que mejorará su apetito y su estado general; la diarrea se curará de 3 a 5 días.
Si persiste deberá hacer un estudio de análisis de sangre y cultivos de heces para descartar otros procesos.
No deben administrarse medicamentos para "parar" la diarrea ni para quitar el vómito, ya que ninguno es útil y algunos son peligrosos porque causan parálisis intestinal o adormecimiento del paciente; incluso pueden ser letales, especialmente en niños pequeños.
Los medicamentos antidiarreicos existentes en el mercado van dirigidos a aliviar los síntomas de la diarrea aguda, pero pueden producir estreñimiento como efecto secundario.
Sólo en algunos casos de diarrea con sangre o cuando se presentan otras complicaciones, puede estar indicado el empleo de antibióticos, pero sólo bajo prescripción médica.
No olvide que es mejor tratar poco que tratar excesivamente la diarrea.
¿Cuándo consultar a su médico?
Se debe consultar al médico:
- Si los síntomas no remiten en un periodo breve de tiempo (48 h) o hay fiebre alta, dolor abdominal agudo, heces sanguinolentas o malestar intenso.
- En casos de vómitos constantes que impidan una correcta rehidratación oral.
- En casos de diarrea crónica.
- En casos de diarrea aguda grave.
- En diarrea de niños menores de tres años, por el mayor peligro de deshidratación.
- En pacientes con historia de enfermedad crónica, como asma, úlcera péptica, enfermedad cardiaca o diabetes.
- En pacientes inmunosuprimidos (con las defensas naturales disminuidas).
Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
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