¿Qué es la pericarditis?
La pericarditis es una enfermedad inflamatoria no contagiosa que afecta al pericardio, que es la membrana que recubre el corazón.
Es una enfermedad frecuente entre adultos de 20 a 50 años tras infecciones virales, pero puede aparecer a cualquier edad.
¿Cuál es la causa que lo provoca?
La pericarditis generalmente es debida a infecciones virales, entre ellas las producidas por el virus ecovirus, el virus coxsackie, el virus de la gripe y en ocasiones por el virus del VIH.
En ocasiones puede ser una infección por bacterias y se produce una pericarditis purulenta y en otras ocasiones más raras puede ser una infección por hongos.
También puede producirse una pericarditis como síntoma de otras enfermedades generales como en el cáncer, enfermedades autoinmunes (lupus), tuberculosis, fiebre reumática o incluso en el hipotiroidismo.
Las enfermedades cardiacas también pueden producir pericarditis como por ejemplo en el infarto de miocardio o en las miocarditis.
Los tratamientos con radioterapia del tórax y el uso de inmunosupresores también pueden producir una pericarditis. Algunos otros medicamentos que pueden causarla son antihipertensivos (procainamida, hidralazina) o anticonvulsivos (difenilhidantoína).
En los traumatismos o por cirugía torácica se pueden producir cuadros de pericarditis. Incluso hay pericarditis sin causa aparente denominada pericarditis idiopática.
¿Cuáles son los síntomas de la pericarditis?
La pericarditis aparece con los siguientes síntomas:
- Dolor punzante en el pecho que mejora al sentarse o inclinándose hacia delante.
- Este dolor empeora con la respiración y al acostarse, con la tos y al comer.
- El dolor puede irradiarse al cuello, al hombro, a la espalda o al abdomen.
- Aparece una disnea o dificultad para respirar, sobre todo al estar tumbado, mejorando de pie.
- Surge una tos seca.
- Hinchazón de tobillos, pies y piernas.
- Ansiedad.
- Fiebre.
La forma de diferenciar un infarto de una pericarditis es que el dolor localizado en pecho en la pericarditis aumenta al respirar y mejora al inclinarse hacia adelante. En el infarto no cambia al respirar o al inclinarse, se acompaña de sudoración y se suele irradiar al brazo izquierdo, la mandíbula o la espalda. Además, en la pericarditis suele haber fiebre, y en el infarto no.
¿Cómo se puede detectar?
En un paciente con estos síntomas el médico al auscultar percibirá un roce típico del pericardio y en cambio los ruidos cardiacos se pueden percibir como apagados.
Si la enfermedad es avanzada, puede haber ruidos crepitantes a nivel pulmonar, disminución del murmullo ventilatorio pulmonar, o incluso un roce pleural.
Si en el desarrollo de la pericarditis se ha acumulado líquido en el saco pericárdico se podrá ver en:
- Radiografía de tórax
- Ecocardiograma
- Resonancia magnética nuclear o escáner de tórax
- Gammagrafía
En estas exploraciones se apreciará el aumento de tamaño del corazón, la aparición de líquido en el pericardio o incluso signos de conicidad como una cicatrización y contractura del pericardio (pericarditis constrictiva).
En el electrocardiograma aparecerán alteraciones casi siempre y puede ocultar los cambios que se producen en el ECG de un ataque cardíaco. Por ello es necesario realizar análisis de marcadores de infarto cardiaco en la sangre como la CPK y troponina I.
Además, se pueden hacer otras analíticas para hacer un diagnóstico como:
- Hemocultivos seriados
- Hematimetría completa y VSG
- Proteína C-reactiva
- Punción del pericardio, con análisis químico y cultivo de líquido pericárdico
En la mayor parte de las pericarditis agudas, no suele llegarse a un diagnóstico concreto, por lo que habitualmente se denominan “pericarditis idiopáticas” (que significa de causa desconocida), y como suelen resolverse con cierta rapidez y sin dejar secuelas, no suele realizarse un estudio exhaustivo de su causa concreta. En la mayor parte de los casos se piensa que habrán sido debidas a virus. Es frecuente que, en los días previos al cuadro de pericarditis, el paciente haya sufrido un cuadro infeccioso banal de las vías aéreas superiores (el típico catarro), y se sospecha que el germen migra de esa localización al pericardio.
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
El tratamiento dependerá de la causa primaria, pero el tratamiento sintomático del dolor y la fiebre se puede hacer con antiinflamatorios no esteroides (AINEs) como aspirina e ibuprofeno y, en algunos casos, se pueden dar corticoides.
Si hay mucho líquido acumulado se realiza una punción y evacuación (pericardiocentesis) mediante una jeringa directamente o percutánea dirigida con un ecógrafo o bien con cirugía abierta. Si es menor se utilizan diuréticos.
La pericarditis bacteriana se tratará con antibióticos y la pericarditis causada por hongos debe ser tratada con antifúngicos.
En caso de lesiones residuales crónicas que compriman el corazón se puede optar por realizar una pericardiectomía (corte o extirpación parcial del pericardio).
La pericarditis puede variar desde casos leves que se resuelven por sí solos en días o semanas hasta casos complicados y potencialmente mortales por la acumulación de líquido alrededor del corazón y un funcionamiento cardíaco deficiente. Si se atiende a tiempo, el resultado puede ser muy bueno y la recuperación, en la mayoría de las personas, toma de 2 semanas a 3 meses.
Para las pericarditis idiopáticas y con buena evolución, el tratamiento puede hacerse en el domicilio, aunque en las primeras 24-48 horas suele dejarse al paciente en el hospital para asegurar que la evolución es la correcta y seguir después el tratamiento en el domicilio.
En un pequeño número de pacientes, la pericarditis puede volver a aparecer, produciéndose nuevos cuadros de la misma. En estos casos, es necesario intentar averiguar la causa mediante un examen exhaustivo del paciente, y descartar las causas comentadas previamente.
Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDr. José Antonio Zumalacárregui
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
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