¿Qué es el sarampión?
El sarampión es una enfermedad producida por la infección de un virus (mixovirus), muy contagiosa y que afecta principalmente a los niños produciendo fiebre intensa, alteraciones de las vías respiratorias y un exantema característico en la piel.
La vacunación contra el sarampión es altamente eficaz en la prevención de muertes, especialmente de niños menores de cinco años por complicaciones respiratorias debidas al sarampión.
A pesar de la fácil disponibilidad de esta vacuna incluida en la triple vírica (sarampión - rubeola - paperas), se continúan presentando brotes de sarampión en todos los países del mundo, lo que representa un alto riesgo para todos los niños no vacunados.
En los últimos años, la razón de esto ha sido la disminución de niños vacunados debido a los aislamientos durante la pandemia del COVID-19 y la injerencia de los movimientos anti-vacuna.
¿Cuál es la causa del sarampión?
La causa del sarampión es un mixovirus del género de los Morbilivirus y de la familia Paramyxoviridae.
¿Cómo se transmite el virus?
La infección se transmite por las secreciones nasales y orales de una persona infectada y la incubación es de 8 a 14 días antes de la aparición de los síntomas.
No es necesario el contacto directo, pues el virus permanece en el aire hasta una hora después de que la persona enferma ha tosido o estornudado.
La contagiosidad es alta a partir de un paciente que está en fase inicial. Posteriormente, aunque con menor intensidad, también se eliminan virus del sarampión los primeros 5 días del período exantemático.
La transmisión se produce por vía aérea y puede causar epidemias en los meses de invierno y primavera. Afecta de manera similar a ambos sexos.
Una vez pasada la enfermedad se adquiere inmunidad de por vida. Otra forma de generar inmunidad es someterse a la vacunación contra el sarampión.
¿Cuáles son los síntomas del sarampión?
El sarampión cursa con un cuadro clínico en tres fases:
- Un período inicial de incubación prácticamente sin síntomas.
- Una fase precoz con enrojecimiento intenso de la mucosa oral y de la garganta.
- Un gran catarro ocular, faríngeo y nasal.
Posteriormente aparece una erupción en la piel en forma de manchas rojas confluentes y diseminadas, tos con fiebre y enrojecimiento de las conjuntivas oculares.
Los síntomas iniciales son la fiebre elevada durante los 2 primeros días, que desciende hacia el final para volver a ascender al inicio del exantema (erupción en la piel).
Otros síntomas más significativos son:
- Rinitis y conjuntivitis con molestias intensa con la luz, lagrimeo, enrojecimiento de las conjuntivas y a veces secreciones purulentas oculares.
- Tos seca e irritativa que puede llegar a producir cuadros de crup sarampionoso. El aspecto de la cara es característico por los ojos rojos y la hinchazón de párpados.
- En la segunda etapa (tercer a séptimo día) aparece el enrojecimiento de la mucosa oral, con unas manchas características llamadas de Koplik que aparecen en la cara interna de los labios y de las mejillas a nivel de los molares. Tiene un aspecto de pequeños granos de sal que se pueden quitar con un depresor de lengua.
- A partir del cuarto día vuelve a subir la fiebre y aparece el exantema maculo-papuloso que se inicia en la cara, detrás de las orejas, en las alas de la nariz, alrededor de la boca y en el mentón, y en horas se va extendiendo al tronco, y al día siguiente hacia las extremidades. Nunca afecta a las palmas y plantas y produce intenso picor.
- A los 2 a 3 días las manchas se hacen mayores y confluyen, la fiebre remite y el estado general mejora. Al cuarto día del período exantemático empiezan a aclararse las lesiones cutáneas siguiendo la misma secuencia topográfica que durante su instauración y, progresivamente, se produce una descamación fina de la piel.
¿Cómo se puede detectar?
El cuadro clínico es muy claro, y lo más significativo es que aparece dentro de una epidemia, en la que aparecen varios casos a la vez. Se pueden hacer estudios de laboratorio para comprobar la existencia del virus del sarampión o de anticuerpos de antivirus del mismo.
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
El sarampión no tiene un tratamiento específico. Se deben tratar los síntomas para aliviar la fiebre y el malestar. Se recomienda reposo, tomar paracetamol, un ambiente húmedo y escasa luz ambiental por la fotofobia (intolerancia a la luz).
Debido a la asociación del sarampión con el síndrome de Reye, se recomienda evitar el ácido acetilsalicílico (Aspirina®) como tratamiento de la fiebre.
Para la tos se puede administrar algún antitusígeno.
Para el picor de la piel se pueden aplicar lociones de mentol o de calamina.
¿Cuál es el pronóstico y qué complicaciones pueden aparecer?
La resolución del cuadro en 2 semanas es lo habitual cuando no aparecen complicaciones.
Las complicaciones del sarampión ocurren fundamentalmente en pacientes no vacunados o con otros problemas asociados.
La neumonía sarampionosa es bastante frecuente llegando al 55% de los casos. Recibe el nombre de neumonía de Hecht o de células gigantes. Se caracteriza por un cuadro de tipo bronquiolítico con distrés respiratorio, que constituye un terreno abonado para la sobreinfección por otros gérmenes.
Otras manifestaciones respiratorias son la otitis media, la mastoiditis, y los cuadros de laringitis con crup.
La encefalitis aguda postsarampionosa afecta a uno de cada 1.000 casos de sarampión y es producida por acción directa del virus sobre el cerebro. La sintomatología aparece durante el período exantemático en forma de convulsiones, somnolencia e irritabilidad.
¿Cómo puedo prevenirme?
Lo más normal es la aplicación de la vacuna con virus atenuados. La edad de vacunación es a los 12 meses de vida, a través de la vacuna triple vírica que incluye simultáneamente la de la rubéola y la de la parotiditis, con revacunación entre los 3 y 4 años y en la pubertad.
La vacuna está contraindicada en mujeres embarazadas y en los enfermos con alteraciones inmunitarias (inmunodepresión).
Además, como ocurre en todas las enfermedades infecciosas, el aislamiento de la persona enferma, el uso de mascarillas y el lavado de manos son efectivos para prevenir el contagio, en especial de personas de alto riesgo.
Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
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